Texto para el taller 006
Copias, ficciones y plagios / ejemplos + experimentos
Junio 7 – 9, 2019 | www.lapis.red | Xalapa, Ver.
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Copias, ficciones
y plagios
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Valeria Mata y Ana García Alzate
La copia, el plagio, la apropiación y la intertextualidad son conceptos polémicos. Si bien gradualmente han dejado de ser considerados tabú, siguen siendo cuestiones que suscitan desafíos no solo estéticos, sino filosóficos, económicos y jurídicos. La copia, comúnmente castigada en el ámbito artístico y creativo, suele considerarse una práctica poco ética cargada de repudio social que se presenta como amenaza a la “originalidad”. Sin embargo, es importante decir que las exigencias de autenticidad y las sanciones sociales a la copia tienen variantes en las diferentes culturas y los distintos ámbitos del campo artístico. El acto de copiar o plagiar no es una transgresión universal como normalmente se afirma, y lo prohibido dentro de las prácticas literarias ha ido cambiando a lo largo de los años. En el pasado los artistas se copiaban unos a otros o se inspiraban abiertamente en las obras de los maestros. Era parte del juego de los lenguajes artísticos. En el siglo XVI, Montaigne citaba a Séneca sin comillas y en esa época hubiera sido totalmente insensato denunciarlo como plagiario. Así, tanto las prácticas de copia, plagio, reciclaje, pastiches o imitaciones, como su aceptación y rechazo representan un valioso indicador acerca del estatus de los valores propios de la sociedad y el ámbito en el que suceden.
¿Cómo desmontar la valorización negativa de las copias y los plagios? Uno de los intereses principales de la investigación de Valeria Mata es la posibilidad de cuestionar de forma crítica conceptos que se han naturalizado, como la originalidad, la genialidad del autor individual o la propiedad privada de las obras artísticas.
La autoría ha estado muy vinculada con la noción de autoridad, con un lugar de poder. El autor/artista se ha concebido como un ser excepcional, un genio (masculino) que crea sin influencias, solitario y con atributos casi sagrados. Sin embargo, la práctica artística es, como todo trabajo humano, una actividad social, un proceso que implica relacionarnos con los otros, imitarlos, escucharlos... Eso que llamamos “creación” no es un proceso repentino, sino un diálogo profundo con la colectividad y con lo que que ya se ha hecho antes.
Las prácticas artísticas son juegos que pueden ser más accesibles y abiertos. Al proponer una manera distinta de hacer las cosas y negar que puedan ser solo unos pocos los que tienen capacidad para producir obras, la práctica artística se convierte en una herramienta política. Es a partir de las restricciones que imponen los géneros, las formas y las normas, que surge las posibilidad de transgredir, mezclar, transformar o reinventar la tradición y, con ella, la realidad.
Las copias, las apropiaciones y las prácticas intertextuales también tienen un valor estético, social y crítico que merece la pena analizar a detalle. A partir de entrevistas,análisis de casos, ejemplos artísticos y literarios, la intención de este trabajo es mostrar que estas prácticas no suponen un ataque al funcionamiento del arte ni a los valores éticos, sino que son más bien procedimientos estéticos, transgresiones, herramientas creativas, juegos, cuestionamientos críticos al sistema de autoría y al valor de la originalidad.
Con la estrategia de difundir masivamente lo falso con apariencia de autenticidad, existen propuestas que dinamitan conceptualmente las estructuras de poder y los canales de distribución por donde transita la fabricación de verdad. Hoy empezamos a darnos cuenta de que el arte también puede ser un territorio de la falsedad o la ficción sin ser por ello un fraude o un engaño, sino un instrumento que cuestione nuestra credibilidad y nos revele los mecanismos ocultos que generan la construcción de la verdad canónica u oficial a lo largo del tiempo.
La cultura y el tiempo en los que vivimos nos retan a repensar los conceptos que creíamos incuestionables. Actualmente, la comunicación entre los textos está más extendida que nunca, lo que favorece el intercambio constante de material literario entre productores, distribuidores y lectores. Así pues, en los últimos años, muchos escritores se han pensado a sí mismos como “plagiarios”, reivindicado esta condición y haciendo manifiesta la intertextualidad de sus obras. Es decir, al irse modificando las opiniones y posturas en relación a la copia, ha aumentado el interés de artistas y teóricos por investigar, experimentar y cuestionar la representación de la creación como un acto ingenioso y singular producto de un sujeto individual, al tiempo en que se replantean críticamente los procesos de producción artística.
¿Y qué, si un poco más atentamente presto oído a los libros en busca de algo que escamotearles para adornar o apuntalar el mío?
–Montaigne
¿Una tela de Van Gogh usada por uno de sus vecinos para tapar un agujero en un gallinero, era —o sigue siendo— una obra?
–Nathalie Heinich
Lo primero que se debe distinguir, al hablar sobre la calidad de un cuadro, no es si este cuadro es auténtico o falso, sino si es una buena o mala falsificación [...] Si se colgara en un museo de pintura el tiempo suficiente, seguro que se volvería auténtico.
–F for Fake, Orson Welles
[La] identidad, esa trampa en la que caemos al nacer, esa cárcel en la que nos dejamos encerrar, esa esclavitud contra la que no atinamos a sublevarnos.
–Rosario Castellanos
[...] hay un exceso de imágenes en el mundo y una obstinación desmesurada en atesorarlas. Por lo tanto, no se debe contribuir a su sobresaturación, sino que por el contrario se impone una labor de reciclaje, de recuperación entre los desechos, de cedazo crítico, a fin de que el bosque nos deje volver a ver los árboles.
–Joan Fontcuberta
Aquel día sospeché que la literatura solo mantiene con la verdad unas relaciones problemáticas.
–Simone de Beauvoir