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Texto para el taller 002

Taller de Caligrafía con pincel 

Noviembre 23-24, 2018 | www.lapis.red | Xalapa, Ver.

Mi relación con las letras

Cecilia del Castillo

Mi interés empezó con una búsqueda personal de significado en mi trabajo. Siempre me gustó la pintura, por el uso de los materiales y las distintas técnicas, pero luego cuando conocí la ilustración el círculo se cerró en mi cabeza, me apasionó de la ilustración la búsqueda de la forma a través del concepto.

 

La historia detrás de esas formas, esa composición y esos colores.

 

Cuando empecé a experimentar con la ilustración natural e inevitablemente las letras siempre aparecían en mis composiciones, de una manera muy “naive” pero estaban ahí queriendo contar una historia. Después descubrí la caligrafía, a simple vista me maravilló su perfección, su ritmo, sus espacios, su equilibrio, sus texturas, pero cuando empecé a estudiar sus orígenes, a entender sus formas, su evolución, su relación con cada momento histórico, entonces el círculo volvió a completarse en mi cabeza. Ya no eran solo forma, eran significado.

 

Me apasionan las letras de una manera muy personal, me apasionan para hacerlas, para deshacerlas, dibujarlas, escribirlas, borrarlas, exagerarlas, deformarlas, perfeccionarlas, me gusta que formen un todo, que sean parte de un sistema , me fascina verlas convertirse en un alfabeto o una sola palabra perfectamente construida, pero también me gustan solas, egoístas, imponentes, tan únicas que no podrían ser parte de nada.

 

Me gustan las letras porque son humanas, no siempre quieren ser solo bellas por fuera, quieren ser potentes por dentro. Pueden ser imperfectas pero lo son con orgullo y con razón para serlo. 

Desde hace tiempo me gustan las letras para que sean parte de todos mis días, decidí que no quiero ser sólo una espectadora de ellas, quiero vivirlas, dejar a un lado las dietas caligráficas y tipográficas (y las de comida de paso).  De la misma manera en que humanamente me llena de placer comer, vivir y respirar, me llena el alma escribir.

Cuando la única manera de capturar el lenguaje era escribiendo a mano nadie aprendía a leer sin aprender también a formar las letras y entender su estructura.

Nadie podía ser experto en el arte de leer sin inevitablemente enfrentarse en el proceso con el arte de escribir. Algunas personas por supuesto eran mejores que otras, pero cualquiera que utilizaba libros y documentos aprendía a estar activamente envuelto en las 2 partes: lectura y escritura.

 

Si una persona realmente sabía como leer, también sabía como diseñar y producir un manuscrito competente y bien estructurado. Estos proto-tipógrafos, (los calígrafos) sentaron las bases de este oficio.

Tenían todas las habilidades visuales, intelectuales, naturales y orgánicas, no materiales, que requiere un tipógrafo, aún cuando ni siquiera pensaban en llamarse a si mismos como tal.

 

Después de la llegada de la imprenta, el hábito de la lectura fue creciendo cada vez más pasivamente y ha crecido aún más pasivamente con el uso generalizado de la computadora.

Actualmente las personas no son capaces de formar letras legibles más que tecleándolas en la computadora. Para esas personas, el alfabeto y el arte de escribir de alguna manera ha dejado de ser algo humano.

¿Cómo podrías esperar cocinar una buena comida o hacer bien el amor cuando escribes con letras prefabricadas?

Cómo esperas tener y disfrutar de una buena música cuando vives en una dieta tipográfica de solo Helvética o aún peor de sólo Times New Roman.

Y eso ya dejando a un lado esas parodias de letras que parpadean a través de la pantalla de las computadoras y esas parodias de números en las calculadoras y en los cajeros automáticos.

 

El uso de las computadoras ha llevado a muchas personas para las cuales pasaba desapercibida la tipografía a interesarse en ella, pero realmente ¿este interés a dónde puede ir cuando la experiencia real y de raíz del arte de crear letras a mano es totalmente inexistente?

La tipografía se ha vuelto, como el baseball y el hockey, la música, la literatura y la arquitectura, como un deporte de espectador para muchos y una profesión de celebridades para unos pocos que se dedican a esto.

Pero la tipografía no es algo para ver, es algo para hacerse, como escribir, leer, cocinar, como la música y la literatura. Es un oficio intrínsicamente honesto y gratificante.

Y la naturaleza de un oficio es que lo mental y físico están siempre en contacto, van siempre de la mano.

Robert Bringhurst. (2006).

The Typographic Mind. Canadá: Gaspereau Press.

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